Hoy es el último día del año en el Instituto. Este dosmilsiete termina con gusto a fósforo. No voy a hacer un
balance, como es de rigor. No tengo capacidad ni ganas. Sólo creo que pasaron cosas grosas, buenas y malas, que tienen que explicitarse en algún lado; al menos para que el año que viene tengamos elementos para ver en perspectiva e intentar encontrar los por qué.
Hubo un concurso para directivos convocado en periodos de vacaciones. El equipo que ganó estuvo cuestionado en la integración, no difundió su programa y tampoco se conoció la integración del jurado ni los parámetros de evaluación. Muchos sostenemos que fue una formalidad sobre una designación decidida con anterioridad.
La asfixia económica puso de manifiesto que no formularían planteos enérgicos en San Luis.
En una administración (la provincial) con su estructura burocrática colapsada, de la que nunca tendremos certezas si las extraordinarias demoras padecidas se deben a torpezas o represalias, la gestión activa es una...
Continuar leyendo